miércoles, 29 de diciembre de 2010

Cuentos y Dibujos

Lo primero: Aviso que esta entrada es la más larga de todas.
Lo segundo: No voy a estar en mi casa ni en Nochevieja ni en Año Nuevo ni en Reyes... ¡Así que no podré subir a tiempo los dibujos especiales de esas fechas T_T! Pero no todo está perdido, me las ingeniaré para subir, por lo menos, el dibujo de Reyes y Año Nuevo. ¿Cómo lo voy a hacer? Mmm... No lo sé.

Bueno, pasando a otro tema: tengo algunos cuentos que he escrito desde octubre hasta diciembre de este año. Al principio no sabía si ponerlos en el Blog porque, yo solo soy una aficionada. Pero, al fin me he decidido y voy a ponerlos (¡Sí señor!)

El cuento que voy a poner a continuación se llama ''El Espejo'' es un poco tétrico, los demás son más alegres, bueno, no quiero hacer esperar más:

El Espejo
Nada era más aburrido que nuestra nueva casa… Solo tengo doce años, soy una niña, ¡no quiero vivir en el típico caserón que se cae a cachos! Papá me decía para convencerme de mudarnos: “es una casa muy grande, y, tu cuarto está en la boardilla, como querías” o más a menudo decía “¡Seguro que te gusta! Porque a ti te gusta la historia ¿no?”.
Mi padre estaba muy equivocado. ¿En qué estaría pensando? Si mi mamá todavía estuviese aquí, podría convencer a papá de que este caserón era un asco. Pero, desgraciadamente murió de una extraña enfermedad. Lo único que heredamos de ella fue un espejo. El espejo iba que ni pintado con nuestra nueva casa-año-de-la-pera. Tenía arabescos de madera en el marco, con toques de oro y plata, detrás del espejo decía “For: The Little Princess”. Lo teníamos en el cuarto de invitados tapado con una lona de tela morada. A papá no le gustaba el espejo, pero no se deshacía de él. Qué tontería, no le gusta y no se lo quita de encima. Desde luego, mi padre nunca tiene buenas ideas.

Ahora, mientras me sumergía en mis pensamientos estaba formando torres con unas fichas de dominó que encontré en un cajón del armario de mi cuarto. Una torre de fichas cayó, entonces me dije para mis adentros “ya basta, esto es un rollo”. Estiré las piernas y me dispuse a bajar a la cocina donde papá preparaba la cena. Pero, me percaté de algo que se movía en el cuarto de invitados. Anduve silenciosamente hasta llegar al marco de la puerta (la puerta estaba abierta). Eché un primer vistazo de medio segundo adentro. Nada. Literalmente. Encendí la luz. No estaba la lona sobre el espejo… Me acerqué al espejo, media exactamente igual que yo. Me senté delante, el espejo estaba limpio, en mi cabeza pensé: “Si papá ni siquiera ha tocado el espejo, ¿Cómo es que está tan limpio?”
Mi imagen se veía muy nítida, pero el reflejo no se parecía a mí. Estaba muerto, no sabría explicarlo del todo, era algo así como si nadie se hubiese reflejado en el espejo. No había nadie, solo una serie de colores que, juntos, parecían formar un cuerpo humano, aclarando: un zombi. Nada más.
Me quede un buen rato observando el extraño objeto, me hipnotizaba. Al poco rato, perdí la noción del tiempo. Me sentía como en un sueño, y jamás querría despertar. Hasta que…Mi padre me llamó para cenar. Sentí como si volviera a respirar. Cubrí el espejo con la lona, con una vieja cómoda tapé el espejo y, a continuación cerré la puerta del cuarto y corrí escaleras abajo. No quería volver a ver el espejo, de no haber sido por mi padre, me habría quedado allí hasta disecarme como una pasa. Y no quería, por supuesto.
La cena era exactamente igual que como la imaginaba. Algo no identificado y palitos de merluza a medio descongelar. Era obvio, papá no sabía cocinar. No sabía por qué empezar; al final me decidí por los palitos de merluza. Me comí todo, (algo extraño en mí) y le di a mi padre las buenas noches; él me con el “buenas noches” de siempre.
Corrí por las escaleras hasta llegar a la buhardilla (mi cuarto). Cogí un libro que tenía en el suelo y me puse a leer para olvidar lo sucedido en cuanto al espejo. El título del libro era “Ciencias de la Naturaleza 1ºESO”. “¿Qué?” “¿Cómo?” Esto es lo que seguramente habrás pensado, pero, cogí ese libro porque, era lo más aburrido que podía leer, y lo aburrido tranquiliza ¿no? Abrí el libro por el tema 12, así empezaba: “En peligro de extinción, seguramente le suene esta frase ¿me equivoco? Muchos animales, entre ellos, más de cien especies de anfibios, están, actualmente, en peligro de extinción. Y casi se podría afirmar que el 25% de la fauna internacional estáen peligro. Tomemos un ejemplo, el clásico panda gigante o Ailuropoda melanoleuca, está en grave peligro de extinción, los científicos calculan que solo hay 100 en libertad divididos entre toda China Central, lo cual es alarmante porque estos animales tienen un gran val…” En ese momento caí rendida, y poco más recuerdo, hasta cinco o seis horas más tarde…
Me despertó un crujir del suelo, más fuerte que de costumbre, pero no abrí los ojos. Sabía que todavía era de noche. Serían algo así de las cinco y media de la mañana. Segundos más tarde, otro ruido, algo así como ¿otro crujir? Y después otro y otro, lentamente, pero siempre al mismo ritmo… Uno, dos, uno, dos… Como una marcha infernal. Cada vez los notaba más y más cerca, y, me percaté de que parecían pasos, y puedo afirmarlo. Eran pasos.
Al principio pensé, “será mi padre”; pero, después me di cuenta de que no. Oía como mi padre roncaba escaleras abajo.
De pronto, los pasos se detuvieron. “¡Uf!” pensé. “Solo eran unos ruidos que la madera hacía sola”. Pensé que podía descansar pero no. El pomo de la puerta empezó a rechinar, como cuando alguien lo giraba. Alguien. Había alguien al otro lado de la puerta, y no era mi padre… ¿Quién? Y aunque me hacía esta pregunta, no quería que me la respondiesen.
El pomo estaba a punto de abrirse, lo sabía, por el ruido. De repente, la puerta se abrió y, noté como una brisa de frío inundaba la buhardilla. Crujió un paso sobre el suelo y luego otro. El alguien estaba andando directamente hacía mí… Se sentó delante de mí y… ¿lloraba? ¿Por qué?
Algo dentro de mí me dijo: “No mires” “No mires”. Durante unos minutos pude hacerlo pero, no pude contener mi curiosidad y miré hacia el alguien. Era una figura infantil, con un gran y glamuroso vestido negro, con lazos blancos, y sobretodo tenía, un precioso pelo negro, que la llegaba por las rodillas. Paró de llorar y me miró. En cuanto me vio sonrió.
Eso es lo último que recuerdo. A partir de ese día me sentí muerta, hipnotizada, más bien, como en un eterno sueño del que no querría despertar, estaba en el espejo… Y la persona que ahora ocupaba mi puesto de hija desobediente era, aquella niña del vestido negro…
PD: Este dibujo es el que usé en el cuento, pero me gusta más el dibujo de arriba.
¿Os ha gustado el cuento? Si esta sección os ha gustado la volveré a poner.
¡Nos leeremos pronto!



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