Diario de una detective
28 de Noviembre de 2011
Este es mi diario, el diario de una detective; como soy detective, no puedo revelar mi identidad. Vivo en la ciudad del misterio, Londres y mis casos van apareciendo allá donde voy. No estoy dos veces en el mismo sitio, se trata de un asunto de seguridad; tengo muchos enemigos que conseguí resolviendo casos en los que ellos eran los culpables.
Mi último caso ocurrió hace unos días, cuando caminaba hacia el Big Ben para ver una puesta de sol (Londres está pocas veces tan poco nublado). Me dirigía hacia allí para reunirme con mi padre, el es policía; mi madre murió cuando tenía solo ocho años. Hace tiempo que no veo a mi hermana; sus viajes la han llevado muy lejos de mí, y cuando veo el gran Big Ben al atardecer, me acuerdo de ella. Siempre me llevaba a ver el Támesis, que relucía en honor al atardecer. Me acercaba al Big Ben; y veía la silueta de mi padre, pero, de improvisto, salió corriendo tras lo que parecía ser, un criminal.
Perdí de vista a mi padre así que corrí al último sitio en el que le vi antes de que su silueta se mezclase con la negra ciudad de Londres. Me pareció ver algo en el suelo, así que me agaché a ver que era. Se trataba de una pista: una flor que solo florecía una vez al año. Sabía cuando nos volveríamos a encontrar…
Los pequeños errores llevan a un tortuoso final, intentaba evitar a toda costa que mis deducciones fallaran. Todo detective debe hacerlo. Mientras me consumía en mis pensamientos, el Támesis iba adquiriendo un color azulado, junto con el cielo. Las farolas se habían encendido y el firmamento se había apagado. Me disponía a ir al hotel en el que me hospedaba en Londres. Cuando desde detrás me agarraron el brazo.
Me giré; pero no vi nada. Miré al suelo y vi un sobre azul. Eché un vistazo en todas direcciones; pero no había nadie sospechoso. Todo resultaba de lo más extraño, pero no me delaté. Recogí el sobre del suelo, llamé a un taxi y le pedí que me dejara en mi hotel.
Mi hotel era grande, de unos diez pisos y se situaba en el casco antiguo de Londres; una zona preciosa. Estaba decorado como si se tratase de la época victoriana; por fuera y por dentro. Los “lacitos” que colgaban de todos lados en mi habitación me ponían nerviosa y me impedían pensar así que tuve que abrir el sobre en el cuarto de baño.
Primero puse a contraluz el sobre, quien quiera que fuera el que escribió la carta, lo hice a mano; un gran error si lo que se quiere es ocultar la identidad. Lo que no era corriente era el símbolo que me pareció ver en la carta. Me decidí a abrirla, me di cuenta de que era muy breve, así que empecé a leerla:
“URGENTE
NOTIFICACIÓN:
A veces la situación
Se vuelve drástica, por
Ello, necesitamos hacer uso de sus
Sabias deducciones, por favor
Independientemente de lo que piense
Nosotros no queremos gastar una broma
A si que, si pudiese ayudarnos… Nos localizamos en
Treevalley, una aldea al norte de
Oslo, pregunte por la casa de los Lindberg”
La carta me llamó mucho la atención, sobretodo el modo en el que estaba escrita… Sin duda era un mensaje y no me llevó mucho tiempo averiguar de qué se trataba: si agrupabas la primera letra de cada oración se conseguía la palabra UN ASESINATO.
En cuanto descifré el mensaje salí corriendo a toda prisa del hotel con mis maletas y llamé a un taxi. En veinte minutos me encontraba en frente del aeropuerto de Londres (tan enorme como siempre). Compré el billete del primer vuelo a Oslo y mientras esperaba en la cola de embarque; intentaba aclarar algunas dudas: ¿por qué escribieron la nota a mano? ¿Qué significan el cuervo y la manzana? ¿Quiénes son los Lindberg? Una cosa estaba segura: quién quiera que escribiese la carta, sabía que yo era detective, y, por eso, escribió UN ASESINATO, para que yo lo entendiese y fuese para allá. Son demasiadas molestias para ser una broma…
Entregué mi billete y enseñé mi pasaporte. Subí al avión, que lucía un precioso chasis blanco, adornado con una flecha morada en los costados derecho e izquierdo. Me acomodé en mi asiento al lado de la ventanilla y cogí el menú que habían colocado en la guantera las azafatas. Lo leí entero:
Zumos:
-Piña, Uva, Melocotón, Naranja o Mandarina:….1€ (120ml)
Frutos secos:
Cacahuetes, nueces, pasas, pistacho y pipas peladas:….1,50€ (Bolsa 200g)
Ensaladas:
Pasta:……5€
Tomate y atún:….4,50€
Refrescos (400ml):
Agua:…..1€
Coca-Cola:….2€
Fanta de naranja:….2€
Puede parecer increíble; pero leer el menú de unas aerolíneas es sumamente interesante y, da hambre.
Los motores del avión empezaban a rugir. El avión se empezó a mover.
Llegué a Oslo a la mañana siguiente, la nieve cubría toda la ciudad; era un espectáculo precioso, pero, no esperé más y alquilé un coche en cuanto pude. Era un deportivo negro de los ochenta (es decir, “algo” antiguo). Compré un mapa en una gasolinera y marqué con una X “Treevalley”.
La carrera que llevaba a Treevalley era tortuosa y con numerosos agujeros en medio; de vez en cuando se metía muy profundamente en el bosque y había que limpiar el camino. Lo que podría haber sido un viaje en coche de una hora se convirtió en una eterna maratón coche-pie. Si había salido de Oslo por la mañana, ya estaba casi anocheciendo.
La carretera se convirtió en un camino estrecho, del que salían numerosas bifurcaciones hacia ningún lugar. Más tarde el coche dejó de funcionar…
No desesperé, cogí una linterna de la guantera del coche y una barrita energética y me fui a buscar el misterioso Treevalley que quedaba tan lejos.
Me decidí por un camino que iba entre unos árboles de una especie diferente. Esos árboles eran de una una especie diferente a la de la zona me ayudaban a seguir el buen camino: cuando se talan los árboles se suele repoblar la zona con especies de crecimiento rápido.
Entonces vi Treevalley; un pequeño pueblo cubierto de nieve blanca, que relucía en la noche; con algunas casitas de madera y techo de pizarra. Solo había un par de ventanas encendidas. Llamé a la casita que tenía más cerca.
De ella salió un señor mayor y le pregunté donde quedaba la casa de los Lindberg:
-¿Eh? ¿La casa de los Landberg? No me acuerdo de ellos…
-Los Lindberg –Dije yo.
-¿¡Los Lindberg!? –No sabía por qué se había puesto tan nervioso- Son… Digo “eran” los de la última casa al norte del pueblo y… ¡¡diles que yo no tengo nada que ver con lo que quieran que estén tramando!! –Cerró la puerta con un golpe.
No sabía quiénes eran los Lindberg, pero, desde luego, tenían un pasado oscuro...
Corrí porque el tiempo no me sobraba; ya era de noche. La casa de los Lindberg no casaba con el estilo del pequeño pueblecito Treevalley; era enorme, de estilo victoriano. En definitiva; una preciosa casa victoriana, con un pequeño cercado y un sendero de piedra que conducía hasta la puerta de la casa.
Me acerqué a la puerta y vi algo que pude reconocer fácilmente:
Cuando vi aquel cuervo horrible me entró un escalofrío. Llamé a la puerta. Nadie me abrió. Golpeé más fuerte. Nada. Entonces me di cuenta de que la puerta estaba abierta y las luces, encendidas. Lo primero que me encontré al abrir la puerta fue un piano negro… ¿Qué demonios pasaba en esa casa? Me acerqué al piano y toque alguna canción que sabía desde hace tiempo. Pero; cuando toque el do menor me di cuenta de había algo rojo en el lado interior de la tecla de al lado… Era sangre. Me asusté, lo cual era raro en una detective. Me giré y vi a alguien… ¿¡Pero quién!?
Era una niña de unos doce años vestida como una muñequita con vestido negro lleno de encajes aquí y allá, con un tocado de plumas encima de su negra cabellera lisa.
-¿Eres una de los Lidberg?-dije yo con sangre fría.
-No me enorgullece serlo, en mi familia son todos unas sanguijuelas del dinero. Pero, no me he presentado: me llamo Alyssa Lindberg.
-Si no me equivoco, eres la que escribió la carta ¿no? Me querías avisar.
-No te equivocas ¿cómo lo has sabido?
-La letra estaba ligeramente temblorosa, es decir, la escribió un niño. Segundo, quien quiera que escribiese la carta apretó bastante con el lápiz pero no tanto como un loco o un neurótico, esto refuerza que fue un niño el que lo escribió. Tercero, el código era muy simple y tercero, había faltas de ortografía.
-He vuelto a poner Oslo con “h” ¿verdad?
-Pues si.
-¡Jo! ¡Maldita sea! –su encanto infantil se había cambiado por una cólera interior- Escúchame, esto es importante, mi padre seguramente querrá que me aparte de ti todo el tiempo que pueda así que no podré protegerte todo el rato.
-¿Protegerme? Debería ser al revés.
-No me subestimes, yo puedo anticipar los pasos de mi padre y ayudarte a escapar de aquí en cuanto resuelvas el asesinato.
-¿Cuándo se cometió?
-No lo sé, todavía no ha ocurrido.
-¿Qué te hace sospechar de que se va a cometer uno?
-La maldición. Lleva en esta casa desde hace más de doscientos años y, he llegado a la verdad. Seguro que se hereda la tarea, no sé por qué ni quien será el siguiente. Debes saber que ahora que estas en esta casa tu vida también corre peligro, ¿aceptas el riesgo?
-Claro que sí, soy detective y por nada del mundo dejaría que esto quedase así. ¿En qué consiste la maldición?
-¿Eh? Ah, sí –sacó unos papeles de dentro de su vestido- “En noviembre de 1764 se halló muerto en casa de los Lindberg, en Treevalley (Oslo); Erland Lindberg el heredero de los millones de la empresa Lindberg & Co. imprenta de sobra conocida; dejando como heredero a su único hermano Isaac Lindberg. El cadáver se encontró en extrañas condiciones: en su cuarto fue pintado un cuervo con una manzana con un mordisco en tiza, pero el cuerpo fue encontrado fuera de la casa, en el estanque del jardín trasero de la casa de los Lindberg, ahogado. El caso se cerró como suicidio. El crimen proscribió hace más de 120 años.En noviembre de 1864 se halló en terribles condiciones al único heredero de la imprenta Lindberg & Co. conocida por publicar los mejores Best-Sellers en Suecia. La víctima, de nombre Elias Lindberg; se halla, unos días después de su muerte en su casa de Treevalley (Oslo) donde iba a pasar las vacaciones solo. Las condiciones en las que se encontró fueron de lo más extrañas: en la cocina había dibujado un cuervo con una manzana mordisqueada, dibujado con tinta china. Pero el cuerpo fue encontrado en el ático de la casa con signos de puñaladas con un cuchillo previamente encontrado en la cocina. La fortuna la heredó su hermano menor Jamier Lindberg. Jamás encontraron al criminal. Hace más de 30 años que el crimen a preescrito.Y el más reciente: Noviembre de 2007… Bla, bla, bla… Lo de antes: Alexander Lindberg muere de un golpe en la cabeza, otro cuervo pintado, esta vez con chocolate fundido y otro hereda la fortuna ¿no te parece raro? Justo cuando la nueva generación de Lindberg tiene que heredar la fortuna y los crímenes anteriores han prescrito, el primero de la lista muere en extrañas circunstancias y, como los crímenes han pasado a la historia no los pueden vincular con los casos anteriores…”
-Entonces tú y yo no corremos peligro.
-Esta vez será diferente, esta vez va a ser algo grande y catastrófico, llevo días encontrando cuervos y manzanas por toda la casa. Me temo que va a ser peor…
-¿Quién hay ahora en la casa? ¿Quién te mandó escribir la carta?
-Ahora no hay nadie en casa pero no tardaran en llegar mis padres, Nils (el criado) y mi hermano mayor Elliot. Lo de la carta, me la mandaron escribir mis padres. Dijeron que escribiese algo así como: señorita detective venga a la casa de los Lindberg en Treevalley, es importante.
-¿Y el cuervo lo dibujaste tú?
-¡Pero de que hablas! Yo no dibujé nada… ¡No me digas que…!
-Ha aparecido otro cuervo.
____________________________________________________________
¡Quién haya conseguido leer todo esto es increíble! Espero que os haya gustado, es el primer capítulo de una novela que estamos escribiendo Raquel y Yo. Espero que os haya gustado ^o^
La entrada de Dibujos Nuevos es de este día ¡no te la pierdas!
La entrada de Dibujos Nuevos es de este día ¡no te la pierdas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario